En primer lugar, ¿Qué es el pescado azul?
Ejemplos de pescados azules son: Bonito del norte, Salmon, Boquerón, Palometa, Atún, Sardina, Anguila, Jurel, Aguja, Pez espada, Caballa, Melva, Bacoreta, Cazón, Lamprea…
El pescado azul supone un importante aporte de minerales. Entre estos están el yodo, hierro, fósforo, magnesio y, en las especies que se comen con espinas, el calcio.
Su alto contenido en grasas lo diferencia del pescado blanco. Algunas de estas grasas son insaturadas, que favorecen la prevención de enfermedades cardiovasculares y trombosis. Destaca por el aporte de los ácidos grasos oleico, linoleico y omega 3.
Según un estudio publicado por el ‘British Medical Journal’ los ácidos grasos poliinsaturados n-3 que contiene el pescado azul, se asocian a una reducción del riesgo de desarrollar cáncer de mama siempre y cuando se consuman entre una y dos raciones a la semana.
Para investigar el papel desempeñado por los poliinsaturados n-3 en la protección frente a estos tumores, un grupo de investigadores con sede en China revisaron y analizaron los resultados de 26 estudios realizados en Asia, Estados Unidos y Europa, que habían contado con la participación de más de 800.000 personas y registraban más de 20.000 casos de cáncer de mama.
Los investigadores comprobaron que la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados n-3 de origen marino se relacionaba con una disminución del 14% de cáncer de mama, un riesgo inferior en las poblaciones asiáticas, lo que atribuyeron a que el consumo de pescado en Asia es mucho mayor que en los países occidentales.
Los autores del trabajo han explicado que cada 0,1 g por día o 0,1% de incremento en el aporte de la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados n-3 a la energía diaria se asocia con una reducción del 5% en el riesgo de sufrir tumores de mama. Y añaden que su investigación presenta una evidencia sólida de que los ácidos grasos poliinsaturados n-3 presentes en el pescado azul se asocian inversamente con el riesgo de cáncer de mama.